Muchos creen que las deudas del Crédito con Aval del Estado (CAE) no traen consecuencias judiciales reales. Pero la verdad es otra. Si no se paga lo que corresponde, el camino, eventualmente, puede terminar en un embargo. Y eso no ocurre de un día para otro: es la última fase de un proceso legal que puede tomarte por sorpresa.
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Cuando no se cumplen los pagos pactados, el banco —o el acreedor que compró la deuda— puede iniciar acciones judiciales. Si gana el juicio, se dicta una sentencia. Ahí es cuando el tribunal notifica al deudor. Esa notificación no es cualquier papel: es la última chance para actuar. Ignorarla es un error grave.
A partir de ahí, el embargo puede activarse en cualquier momento
¿Qué significa eso en la práctica?
Retención del sueldo, congelamiento de cuentas bancarias o incautación de bienes. Todo esto se traduce en complicaciones financieras: baja en el historial crediticio, trabas para arrendar o solicitar nuevos créditos y una vida diaria más estresante.
Pero no todo está perdido; ¡hay formas de evitarlo!
1. Si llega una notificación judicial, lo primero es verificar su autenticidad.
2. Lo segundo: contactar a un abogado. Un especialista en deudas puede ayudarte a impugnar la orden, a negociar con el banco o incluso a iniciar un procedimiento de insolvencia.
2.1 La renegociación también es una herramienta útil. Puedes reestructurar el CAE, bajar intereses o ampliar plazos.
2.2 Otra alternativa es consolidar todas las deudas en un solo crédito más fácil de pagar.
En resumen: sí, es posible sufrir un embargo por deber el CAE. Pero con información y asesoría oportuna, se pueden tomar decisiones que eviten que esa deuda se convierta en una pesadilla legal.
Nuestro equipo de especialistas puede ayudarte a revisar tu caso y encontrar la mejor estrategia para que recuperes tu tranquilidad.
