En Chile, la modificación del contrato de arrendamiento sí es posible, pues la ley lo permite. Pero exige ciertos requisitos y obliga a respetar las condiciones pactadas entre las partes.
TE PODRÍA INTERESAR
- Prefijos únicos y la normativa del acoso telefónico por cobranza
- Grandes compromisos financieros: Qué es un aval y cuál es su función en Chile
- Por qué los expertos aconsejan pagar al contado
- Casas comerciales: ¿Cuál es el riesgo silencioso que enfrentan los deudores?
- ¡Sin reclamos! La demanda ejecutiva es el proceso legal que puede embargar tus bienes
Un contrato de arriendo es un acuerdo privado y como tal, puede cambiarse. Pero siempre con la voluntad de ambas partes. Nunca de manera unilateral. Esto significa que un arrendador no puede imponer cambios por sí solo, y un arrendatario tampoco. La modificación debe ser consensuada y debe quedar por escrito. Esto evita conflictos futuros y permite claridad jurídica.
La ley chilena establece reglas claras para el contrato
El arrendamiento se rige por el Código Civil y por la Ley de Arrendamientos Urbanos.
Estas normas indican que las partes pueden ajustar el contrato.
- Pueden modificar el monto del arriendo.
- Cambiar plazos.
- Añadir obligaciones.
- Eliminar algunas que ya no tienen sentido.
Ante cualquiera de ellas, deben registrar el cambio, porque cualquier arreglo verbal carece de valor probatorio y puede generar problemas en tribunales. Por eso es clave documentar todo. Un anexo al contrato es suficiente, pero debe ser firmado por arrendador y arrendatario.
Las partes pueden modificarlo en cualquier momento
No existe un plazo mínimo ni máximo. Lo importante es que exista acuerdo y que no afecte derechos esenciales.
Por ejemplo, no se puede vulnerar el derecho a vivir en un inmueble en condiciones adecuadas. Tampoco se pueden imponer multas abusivas. Y no se pueden alterar cláusulas que la ley considera irrenunciables. La modificación siempre debe ser razonable y debe respetar la normativa vigente.
Modificar un contrato puede ser útil. Permite adaptarse a nuevas realidades, ajustar precios, ampliar o reducir plazos y evita conflictos innecesarios. Lo fundamental es la transparencia y dejar todo por escrito. Así se protegen ambas partes y se fortalece la relación contractual.
Nuestro equipo de especialistas puede ayudarte a revisar tu caso y encontrar la mejor estrategia para que recuperes tu tranquilidad.
