Los bancos y entidades financieras en Chile permiten que los estudiantes de educación superior accedan a tarjetas de crédito. A menudo lo hacen sin exigir ingresos fijos. Bastan requisitos como ser mayor de edad, tener un certificado de alumno regular y no tener deudas previas. Algunos bancos incluso ofrecen promociones para captar a los jóvenes, con plásticos sin comisión y con límites bajos.
Parecen una excelentísima oportunidad. Pero no lo son del todo.
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¿Por qué debes pensar dos veces antes de adquirir tarjetas de crédito?
Efectivamente, pueden parecer una herramienta útil para la vida universitaria, sin embargo, también representan un alto riesgo de endeudamiento. Al no contar con ingresos permanentes, muchos estudiantes terminan pagando el mínimo mensual. Así, los intereses se acumulan y la deuda crece sin control. Si se atrasan, ingresan rápidamente a registros como DICOM.
Es una entrada temprana al mundo de las deudas; una entrada peligrosa. A esta edad, la falta de experiencia financiera agrava el problema, pues muchos jóvenes no comprenden los cobros por intereses rotativos ni los efectos de la morosidad. Una compra impulsiva puede costar el doble si se paga en cuotas. Una emergencia médica o una urgencia familiar justifican su uso, pero no una salida nocturna ni una compra de ropa.
La recomendación es clara: si decides pedir una tarjeta de crédito siendo estudiante, úsala solo en emergencias.
No la uses como una extensión de tu bolsillo. No compres lo que no puedes pagar en efectivo. Y no la veas como una oportunidad para vivir por sobre tus posibilidades.
Las deudas se acumulan rápido y salir de ellas no es tan fácil como entrar. ¡Úsalas con responsabilidad!
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