Cuando las deudas superan tus ingresos y las llamadas de cobranza se vuelven rutina, declararse en bancarrota –o quiebra– puede ser una luz al final del túnel. En Chile, este proceso está respaldado por la Ley 20.720, que permite a personas naturales y pequeñas empresas terminar con sus deudas a través de la liquidación voluntaria o la renegociación.
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Las dos formas de solicitar la bancarrota
Ambas opciones son legales, seguras y diseñadas para proteger al deudor.
La liquidación voluntaria es el camino más directo
- El deudor inicia el trámite en tribunales y presenta documentos clave. Entre ellos, el listado de bienes, deudas, ingresos y acreedores.
- Si la solicitud es aceptada, se nombra a un liquidador. Este profesional vende los bienes embargables (los inembargables quedan protegidos) y reparte el dinero entre los acreedores.
Desde que se dicta la resolución de liquidación, se suspenden embargos, juicios y cobranzas. Además, el sueldo del deudor queda protegido por tres meses. Las herramientas de trabajo y artículos personales básicos no se tocan. Los acreedores tienen un plazo de 15 días para participar del proceso y validar sus créditos.
Al finalizar toda la operación, las deudas desaparecen. El deudor queda con una hoja limpia, aunque temporalmente limitado para obtener nuevos créditos. También puede salir del registro DICOM con el tiempo.
Por otro lado, la renegociación
Permite reestructurar las deudas sin perder bienes. Es un proceso administrativo, gratuito y también regulado por la Ley 20.720. Lo gestiona la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento.
El objetivo de la bancarrota es dar un nuevo comienzo
Declararse en quiebra no es fracasar, es tomar una decisión valiente para ordenar las finanzas. Si estás en esta situación, busca asesoría legal. En Deudas.cl podemos ayudarte a evaluar la mejor salida. Empezar de nuevo sí es posible.
Nuestro equipo de especialistas puede ayudarte a revisar tu caso y encontrar la mejor estrategia para que recuperes tu tranquilidad.